Planear un visita a Nueva York por primera vez es fascinante, todos te hablan de una ciudad que atrapa desde el primer momento a pesar de sus contradicciones. Es como entrar en una dimensión desconocida, elementos tan básicos como sus rascacielos, sus calles, la gente y el ritmo propio de la ciudad sorprenden en cada esquina. Son muchas las curiosidades de Nueva York que posiblemente no conoces y hoy hablaremos de eso y del ritmo enloquecedor de la ciudad que nunca duerme.
Curiosidades de Nueva York
Esta deslumbrante ciudad tiene esa magia cautivadora que la convierte en un destino imperdible en el que se mezclan el ajetreo, la locura, la pasión, el glamour y el caos.
Te contamos algunas cositas a tener en cuenta:
- La gente saluda con un how are you. Cuando entras a cualquier tienda o restaurante, te saludan con un Hi, how are you? (Hola, ¿qué tal?). No se trata de una pregunta retórica: lo habitual es responderla y preguntar a la otra persona, también, cómo está.
- Se despiden deseándote un buen día. Cuando te marchas de un lugar, en lugar de decir bye, lo habitual es decir Have a great day o Have a good one (que tengas un buen día).
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- La bandera estadounidense ondeaen todas partes. En la calle, frente a los hogares, en los comercios. Tras el ataque al World Trade Center, la venta de banderas creció muchísimo.
- La gente come afuera a diario. Pásate por un restaurante cualquier día de la semana y lo encontrarás tan bullicioso como si fuera sábado. Los neoyorquinos, en especial los jóvenes, cocinan poco y comer afuera de casa es muy habitual.
- Los repartidores de comida pedalean por las calles a todas horas. Si comer afuera es típico, pedir que te traigan comida a casa (take-out) a través de webs como Seamless lo es todavía más.
- Los repartidores suelen usar bicicletas, y muchas veces circulan por la acera o en dirección contraria para ir más rápido. Atento a la ley de la jungla o acabarás atropellado y cubierto de pizza.
- Las sirenas de las ambulancias ensordecen. Y las de los camiones de bomberos, también. El sonido es tan exageradamente alto que puedes oírlo a manzanas de distancia.
- Las calles están muy sucias. Quien espere encontrar las calles impecables que muestran las películas se sorprenderá con aceras llenas de bolsas de basura y porquería.
- Hay pocos supermercados y muchos delis. Existen cadenas como Whole Foods o Trader Joe’s, pero, en comparación a muchas ciudades, Nueva York cuenta con pocos supermercados grandes.
- En cada esquina encontrarás un deli o bodega, mini supermercados muchas veces abiertos 24 horas que venden desde alimentos hasta objetos de primera necesidad.
- Hay miles de pharmacies, grandes cadenas que venden a la vez medicamentos, productos de belleza y estética, productos del hogar y algunos alimentos industriales. Suelen ser más caras que los supermercados pero están por todas partes. Las cadenas más famosas son Duane Reade, CVS, Walgreens y Rite Aid.
- Todo el mundo camina con una taza de café en la mano. Aunque no tenga prisa, la mayoría de gente se compra el café to go, para llevar. Verás a muchísimas personas dando sorbos a su bebida en la calle o en el metro.
- Las cafeterías son oficinas. Mientras unos piden el café para llevar, otros plantan el portátil en una mesa y convierten la cafetería en su oficina: por el precio de un café, puedes pasar unas horas trabajando conectado al wifi gratis sin que nadie te moleste.
- La hora punta en el metro pone a prueba la paciencia. En hora punta los vagones se abarrotan tanto que no puedes ni mover los brazos. Pero la cosa no acaba ahí: si te toca hacer trasbordo en una estación muy concurrida, como Union Square, al bajar del vagón tendrás que unirte a la marea humana y hacer cola para acercarte a las escaleras, cola para subir, cola para el siguiente metro. Si puedes, evita la rush hour (más o menos entre las 7:30 y 9 de la mañana y 4:30 y 6 de la tarde).
- Todos los restaurantes están puntuados con una letra A, B o C colgada en la entrada. El departamento de sanidad realiza inspecciones sorpresa y asigna una letra a los restaurantes según las irregularidades que encuentre (higiene, manipulación de la comida, plagas). La mejor nota que pueden obtener es una A, y la peor, una C. Lo cierto es que rara vez se ve una letra C, pero las B son bastante comunes.
- Las calles están llenas de carritos de comida que desprenden un característico olor de especias desde lejos. Venden cafés, bagels, hot dogs, pretzels y platos de Oriente Medio o Asia, con pollo, cordero, falafels y arroz, por unos $6. Lo curioso es que atraen a todo tipo de clientes, desde estudiantes hasta trabajadores trajeados.
- A los neoyorquinos les encantan las colas: ven a gente esperando en la calle y se sitúan al final, sea para lo que sea.
- La gente camina muy, muy rápido. Da igual que tengas prisa o no: cuando todo el mundo a tu alrededor camina a paso rápido, los imitas y empiezas a caminar a la velocidad del rayo sin darte cuenta. Siempre sorprende y estresa un poquito el ritmo de los peatones.
- Brooklyn y Queens también tienen rascacielos. Manhattan se lleva todos los halagos, pero distritos como Brooklyn y Queens también comienzan a levantar rascacielos imponentes. Eso sí, se promocionan hablando de las vistas de Manhattan desde los pisos superiores.
- Hamburguesería Burger Joint en el hotel Le Parker Meridien: el lugar donde se encuentra este pequeño local ya lo convierte en algo único y exclusivo en toda la ciudad, pues se ubica en el interior del lujoso hotel Le Parker Meridien, situado en el 119W de la 56th Street.
En la búsqueda de esta famosa hamburguesería, los turistas suelen no animarse a entrar por no ser clientes del hotel. Nada más pasar la recepción, encontrarás un pasillo a mano izquierda. Al fondo del mismo, un pequeño letrero luminoso con forma de hamburguesa te indicará que has encontrado el Burger Joint.
Se trata de un local muy pequeño, con diversas mesas bajas y altas donde es común compartir asiento con otros clientes. Sus paredes están decoradas con diversas fotografías, carteles, recortes de prensa donde se hacen menciones al local y, sobre todo, dibujos, firmas, nombres y todo lo imaginable que los clientes han ido pintando con el paso de los años.
En cuanto a las hamburguesas, insuperables. Al hacer el pago del pedido, anotarán tu nombre y en unos minutos te llamarán (a gritos) para que pasés a recoger tu bolsa de papel con comida. El donde comérselo, queda a gusto de cada uno.