Aunque las tempestades de la economía, el tipo de cambio y la inflación azoten bolsillos y abollen planes, Orlando y los parques de Disney (Estados Unidos) siguen siendo una meca turística para las familias argentinas que -no sin imaginación y mucho esfuerzo- festejan allí cumpleaños de 15 o buscan cumplir el sueño de fotografiar a hijos o nietos junto Mickey, el ratón más famoso del mundo.
La escapada, siempre inolvidable, puede repetirse años después y suele acompañarse con unos días de playa en Miami, para compensar a los mayores con unos días de descanso.
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Pero pocos conocen una opción ideal para prolongar la magia Magic Kingdom, Epcot o Hollywood Studios sin renunciar a esos necesarios días de relax. ¿La fórmula? Subirse a uno de los cruceros que Disney envía sobre las tibias aguas del mar Caribe.
Cómo es la experiencia a bordo de un crucero de Disney
Todo está dispuesto: un micro de la empresa se ocupará del traslado familiar desde Orlando hasta el puerto de Cabo Cañaveral -junto a la base de lanzamiento de cohetes de la NASA, sobre el Atlántico- y un equipo de siempre sonrientes recepcionistas acelerará los trámites para embarcar en el fabuloso Disney Fantasy, uno de los cuatro cruceros que por ahora la firma tiene recorriendo el mundo.
Otros dos están a punto de ser botados desde astilleros venecianos para alimentar la flota.
Con el primer pie abordo, se atraviesa una puerta imaginaria hacia otra dimensión: mientras decenas de tripulantes aplauden el anuncio de cada familia que llega, la vista se pierde hacia arriba, los costados y todas partes ante los estímulos de un enorme salón que, con distintas ambientaciones y propuestas, se extiende por cientos de metros y varios pisos.
El viaje se desdoblará entonces en distintas propuestas, todas imperdibles: primero hay que conocer y disfrutar de la nave, comer algo en el buffet para poder recorrer la pileta y los toboganes de agua que serpentean en la cubierta superior, elegir las reposeras para mirar la salida del puerto o acomodarlas frente a la pantalla gigante que todo el día proyecta éxitos de la factoría Disney.
A propósito: el Fantasy también tiene un enorme cine para poder ver los últimos estrenos que aún están en las salas comerciales, con varias funciones todos los días.
Pero sigamos recorriendo el crucero, mientras los chicos más pequeños ya andan en malla disfrutando de juegos acuáticos y toboganes con personal especializado para cuidarlos, o se anotaron en las salas de entretenimiento segmentadas por edades, desde bebés hasta adolescentes, para alucinarse con juegos y ambientaciones que reproducen las películas más famosas, o competir en torneos de "superhéroes" contra "villanos" en metegoles o juegos de Playstation.
Afuera, bajo la suave brisa salada, un circuito de mini golf es de los preferidos de las familias, que también pueden participar de concursos de trivia sobre dibujitos y personajes de Disney, o simplemente entregarse a la lectura o la fotografía: cada rincón ofrece escenografías tentadoras.
El Disney Fantasy no solo tiene sorpresas para los chicos. Cada vez más grupos de adultos solos eligen estos cruceros, para celebrar despedidas de solteras, recrear la vieja ilusión que a los mayores nos causaba tener cerca a Mickey o Donald, o simplemente disfrutar de una semana de paz, visitas y alegría mientras la comida, el alojamiento y el traslado quedan en manos de otros.
Porque el crucero tiene áreas de piletas y reposeras solo para uso de mayores -los chicos pueden atravesarlas, pero deben seguir de largo con su bulla y su excitación.
En otra área de los pisos superiores conviven un gimnasio increíble con las últimas máquinas y profesores para aprender y entrenar junto a un spa que es de lo mejor de toda la nave: tres tipos de sauna diferentes con un divertido menú de duchas escénicas, piletas de relax y la posibilidad es experimentar masajes y tratamientos de belleza para mujeres y varones.
Camarotes amplios, comercios para comprar regalitos, ropa, bronceadores o hasta joyas y relojes de alta gama se suceden entre bares, livings y ambientes con permanente música en vivo, para tomar un respiro mientras los chicos siguen afuera jugando al tejo, o corriendo por pasillos y escaleras convertidos en detectives que deberán desentrañar un misterio usando sus celulares frente a algunos cuadros interactivos que están disimulados entre la decoración de las paredes a lo largo y lo alto de todo el barco.
Un "parque flotante" para grandes y chicos
Cruceros Disney, una opción sorprendente para completar la visita a los parques de Orlando.
La tierra firme quedó atrás, y el Disney Fantasy ya surca el mar rumbo a la isla de Puerto Rico, cuya capital San Juan será una de las tres paradas de la travesía.
Navegando hacia el sur en forma paralela a la costa de la Florida, la primera escala será en otra de las Antillas Menores del Caribe; el puerto de Road Town, en Tórtola, una de las Islas Vírgenes Británicas.
Allí se puede disfrutar de playas cinematográficas, o tomar alguna de las excitantes excursiones hacia cuevas y cavernas pintadas escondidas entre arrecifes y arenas doradas, las mismas en que los piratas de los siglos XVII y XVIII escondías sus tesoros y emboscaban a los barcos españoles.
Al día siguiente, sí, el crucero atracará en San Juan de Puerto Rico, cuyo enorme casco colonial deja sin aliento a cualquier visitante, entre castillos, murallas, cañones y callecitas de piedra que rayan las colinas del casco antiguo.
Un par de puentes más allá se levanta la modernísima ciudad actual, con rascacielos, parques y sucursales de todas las tiendas estadounidenses.
Dos días después, y ya de regreso hacia el norte, la última de las paradas del Fantasy será en el indescriptible Castaway Cay, la isla privada que Disney tiene en las Bahamas para agasajar a los pasajeros de sus cruceros.
Durante ocho horas, a pocos metros del muelle en que atraca la fastuosa nave, los pasajeros pueden tomar sus toallas para vivir un día de playa, hacer snorkel junto a nubes de pececitos de colores, andar en bicicleta y tirarse por ensortijados toboganes de agua.
El almuerzo está dispuesto en dos grandes comedores con un buffet variado y gratuito, y es difícil imaginar una despedida mejor para la aventura que empezó allá el Orlando.
¡Pero no tan rápido! El viaje no concluyó aún, y todavía queda contar lo mejor, lo que distingue a este crucero de cualquier otro: la experiencia Disney. Porque hicimos un sobrevuelo rápido al barco y sus instalaciones, pero la llave de ese viaje no está en otras manos que las de Mickey, sus amigos y la imaginación de sus visitantes, por supuesto.
En cada rincón de la nave, en horarios y estaciones notificadas a todos los tripulantes, decenas de personajes de las películas de Disney esperarán a niños y adultos para sacarse una foto, firmar el infaltable libro de autógrafos y sellar a fuego un recuerdo irrepetible.
Allí esperan todas las princesas de los filmes -Cenicienta, Blancanieves, la Bella Durmiente, Rapunzel, Mullan y más-, Sullivan y su compañero Mike Wazowski de Monster Inc, la familia de los Increíbles y su amigo Frozono, Remy y Lingüini de Ratatouille o Alegría y Tristeza, los sentimientos corporizados de la peli IntensaMente.
También habrá sorpresas en cada una de las cenas, que a los pasajeros les tocará degustar en distintos restaurantes cada día. Habrá visitas inolvidables, baile y uno de los regalos más fascinantes del viaje, cuando los dibujos que chicos y grandes trazan en la hoja que encontrarán en su mesa cobren vida en las pantallas del comedor. Realmente, increíble.
Si los niños están entretenidos o cansados, o tu viaje es en pareja, con tus papás o tus hermanos, deberías elegir una noche para visitar el exclusivo restaurante Palo, cuyo nombre está inspirado en los remos de los románticos gondoleros venecianos.
En sus íntimas mesas te esperarán verdaderos artistas de la cocina y la historia, ya que cada plato llegará luego de un consejo ajustado a tus pedidos y con el relato de esa especialidad y cada uno de sus ingredientes. Un verdadero regalo para hacerse a bordo.
El último regalo: Pixar Day at Sea
Hay todavía un conejo más en la galera del Disney Fantasy, estratégicamente planificado en el medio del viaje: el nuevo Pixar Day at Sea, una inmersión única en el universo y las películas de Pixar que Disney viene preparando desde hace tres años para sus viajes por el Caribe.
Desde la mañana temprano, Woody, Buzz y Jessie -"dueños" principales de la franquicia, desde el exitazo de Toy Story- estarán disponibles en distintos lugares del barco, y las sorpresas se irán develando a través del día, con un cierre a toda orquesta en la cubierta principal, convertida en teatro al aire libre e iluminada por una salva de fuegos artificiales en alta mar que quitarán el aliento.
Dijimos teatro, y casi olvidamos otra de las paradas obligatorias del crucero: cada noche -o tarde, para quienes tengan el turno de cena a las 20.30- una sala gigante ofrece espectáculos de primer nivel. Desde el increíble mago Eric Jones hasta musicales dignos de Broadway, con un destacado al que hay que asistir sí o sí: Frozen, en una puesta que empalidece cualquier pronóstico.
En familia, en pareja o con los nietos; si ya fuiste a los parques y quieres experimentar un mundo distinto dentro del planeta Disney, con la seguridad y la calidad que son su marca registrada y sin preocuparte por valijas, horarios ni comidas, los cruceros del ratón te abren una puerta a otra gama. Quien la abre, no volverá su mirada atrás.
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