La "Tacita de Plata" es considerada la ciudad más antigua de Occidente. Urbe cosmopolita y abierta, Colón escogió su puerto como punto de partida para su segundo viaje al Nuevo Mundo. La ciudad se convertiría, tras el declive del puerto de Sevilla, en puerto de Indias, aglutinando el flujo mercantil con América.
Esta frenética actividad comercial se tradujo en una etapa de esplendor económico y cultural, en la que se erigen los palacios barrocos con sus características torres miradores.
La Catedral, visible desde el mar, en especial su cúpula recubierta de azulejos dorados, encaja a la perfección con la fisonomía de aires coloniales. Combina los estilos barroco y neoclásico y su tesoro es de los más importantes de España.
Mercado central: tapas y churros
Además de los puestos de toda la vida, donde los vecinos de Cádiz compran desde 1837, esta plaza de abastos, rodeada de columnas dóricas de 4 metros de altura, alberga un rincón gastronómico donde, a precios razonables, se puede picar pescaíto frito, chacinas, sushi e incluso carne a la brasa.
Si es la hora del desayuno, justo enfrente hay varias churrerías. Podés comprar una bolsa de churros gordos y finos y después llevarlos a cualquier bar para mojarlos. Se puede hacer: ¡no pasa ná!
La plaza más florida: otro sitio para tomar un chocolate con churros es el bar La Marina, donde ya se servía eso mismo en el siglo XVIII. La plaza de las Flores, es una de las más emblemáticas y animadas de la ciudad. Los numerosos puestos de flores le dan, además de nombre, un olor y un colorido extraordinarios.
Playa de la Caleta: a un lado está el castillo de San Sebastián y al otro, el de Santa Catalina, desde el que se contemplan unas puestas de sol increíbles.
Paseando por el Campo del Sur, que tanto recuerda al Malecón de La Habana, se llega en media hora a la playa de la Victoria, considerada la mejor de todas las urbanas de Europa.
El Barrio del Pópulo, el más antiguo de la capital, es una sucesión de angostas y serpenteantes calles donde queda de manifiesto el pasado árabe de la misma. A algunos viajeros les recuerda al Trastevere y a otros a la Barceloneta. Conserva las tres puertas de la primitiva ciudad medieval: Arco del Pópulo, de la Rosa y de los Blancos; además del Teatro Romano y la Iglesia de Santa Cruz, la antigua Catedral.
En la emblemática Plaza de San Juan de Dios se podrá probar el típico "pescaíto" frito mientras se escucha en el reloj del Ayuntamiento, Amor Brujo de Manuel de Falla.
La Torre Tavira: en el siglo XVIII, raro era el comerciante que no disponía en su casa de una torre mirador para ver la llegada de los barcos cargados con las riquezas del Nuevo Mundo. De las 129 que se conservan, la de Tavira de 45 metros es la más alta. Si sus 173 escalones saben a poco, podrás subir también a la torre del Reloj de la catedral.
Muy conocida es la Plaza Mina, sede del Museo de Cádiz, con sus famosos sarcófagos fenicios y unos fondos en su sección de Bellas Artes que la convierten en una de las mas importantes pinacotecas del país.
La calle Zorrilla, la calle de los bares de tapas por excelencia, conduce hasta el perfecto mirador sobre el mar constituido por los Jardines de la Alameda Apodaca y el Parque Genovés.
Dando un paseo se llega al puerto de Cádiz, escala habitual de cruceros turísticos entre el Mediterráneo y el Atlántico.