La argentina Ludmila Pagliero elegida la mejor bailarina del mundo

Estrella de la Ópera de París, galardonada con un Benois de la Danse como mejor bailarina, la argentina se reencuentra con su público de Buenos Aires

Actualizado: 2 de julio de 2020

Hace exactamente dos meses un jurado notable, reunido en el Bolshoi de Moscú, le otorgó el Benois de la Danse a Ludmila Pagliero, un premio que en la danza es equivalente a un Oscar.
Actuará ahora en Buenos Aires disfrutando del reencuentro con su país, el que dejó a los 15 años para lanzarse a una carrera que la llevó hasta la cumbre.

Su caso es único en los tres siglos de historia del tradicional Ballet de la Ópera de París: nunca antes una latinoamericana había sido ungida étoile (estrella) de esa prestigiosa compañía

https://youtu.be/OYHQmYSD9qc

En parte de una charla con La Nación, la bailarina señaló que “Un buen bailarín es un bailarín con mucha pasión; una pasión que lo lleva a entregarse, en la búsqueda de mejorar y descubrir cosas nuevas siempre, incluso en obras que ya bailó cincuenta veces y que sigue haciéndolas con la energía y las ganas de la primera vez. Se necesita pasión como en la vida. Eso me gusta ver de un buen artista, no una estética ni una técnica”.

Y cuando habla de los mejores, toma el caso de la ucraniana Ulyana Lopatkina, pelirroja de gran porte del Mariinsky de San Petersburgo, y dice: “entra al escenario y con su forma de moverse te lleva a un mundo desconocido, al suyo. Tiene mística. Es impresionante. Lo que más recuerdo en El lago de los cisnes es su mirada, más que sus brazos y sus piernas. La transformación del blanco al negro".

"El mejor bailarín es ese que no sabés de dónde salió, o si es un extraterrestre, porque no puede ser que viva aquí. Son las Makarova y los Baryshnikov, o esos monstruos de la danza contemporánea que veo en tantas propuestas de hoy”

Other Dances, la obra de Jerome Robbins que le valió el famoso premio -compartido con otra rioplatense, la uruguaya María Riccetto-, le dio a Pagliero esa libertad de ser uno mismo sin artificios.

“No tengo miedo de dejar fluir esa locura, la inventiva y la emoción"

Y continúa: "si en el momento de adrenalina, de salir al escenario, me encuadro en lo que hay que hacer, me limito. Entonces: pase lo que pase, hasta si me caigo, voy a dejar que fluya esa locura que me nutre de emociones. No sé si yo formo parte del grupo de ‘los extraterrestres’, pero me insto a seguir ese camino de libertad, de hacer cosas que no había previsto, las que me van a permitir enganchar al público y disfrutar de ese instante presente, no de lo que programé hacer”.

Pagliero está próxima a cumplir los 34 años en octubre, y dice que siente ganas de experimentar, de ser parte de creaciones nuevas y de descubrir coreógrafos actuales.

Me estimula la aventura. Me da mucho miedo la rutina

Y agrega frente a la pregunta del diario La Nación sobre si para un bailarín la rutina es una parte importante: "nunca es lo mismo, porque todos los días los pasos no salen igual ni el cuerpo te duele de la misma forma. Me refiero al miedo a que la rutina te haga perder la pasión. A ver: a mí me gustan mucho las plantas y para cuidarlas tengo que tener una rutina: trabajar la tierra, darles agua, pero está ese momento en que se abre y sale la flor. Está la rutina y está la magia".

Desde que me nombraron étoile, en 2012, y por los dos primeros años, fueron todas novedades; ahora ya puedo empezar a proponer más qué hacer. Sé hacia dónde voy en una década: paso mucho tiempo preguntando e investigando sobre cuánto se necesita para montar un Lago, por dónde se empieza, cuántas chicas se necesitan.

En otro de sus reflexiones, cuenta que “cuando era más joven tenía menos conciencia del cuidado de mí misma y del exterior: más lejos de mi pie. Con el tiempo, llegué a tener conciencia. Fumé más de 15 años y recién dejé de un día para el otro porque me di cuenta del daño que me estaba haciendo y que estaba haciendo afuera. Las colillas de cigarrillo son el tercer elemento más contaminante para el planeta. Tuve que llegar a los 33 años para darme cuenta".

"Ahora mi droga, mi obsesión, es cambiar. Empecé con un proyecto de no utilizar plásticos, no compro botellas, estoy haciendo pequeñas cosas, reciclaje, compost, tratando de limpiarme, acomodarme y reorganizarme, de no comer carne, de hacer todo lo que pueda ser bueno y sano para mí y para el mundo”.

¡Felicitaciones Ludmila! Por tu danza y por tus proyectos para cuidar el mundo.

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