Se escucha decir, "Venecia de hunde" y hace años que amenazan con limitar la entrada de turistas a la ciudad. Los tiempos se acortan y el momento llega: precisamente para salvarla del turismo de masas, parece ser que Venecia camina a convertirse en un museo, con un número limitado de entradas para visitar los lugares más simbólicos de su centro histórico, sobre todo en la plaza de San Marcos.
Ante el creciente deterioro que sufre la ciudad, declarada patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987, la Junta municipal aprobó el pasado martes un plan para regular los accesos, con detalles que cuenta el «Corriere del Veneto»:
«A partir de 2018 tendrá que realizarse una reserva previa para acceder a San Marcos, a sus museos y a la basílica; además, en un futuro próximo podría ser introducido un ticket para desembarcar en las islas de Murano y Burano, como ya ocurre en otras islas turísticas, como Pantelaria (Sicilia) y Capri»
En Capri se pagan 2,5 euros, monto que no parece pueda limitar mucho el turismo de masas.
La alarma por la masificación en la Laguna la levantó la propia Unesco el pasado año, con un ultimátum al Ayuntamiento para que adoptara medidas urgentes con el fin de salvaguardar el patrimonio.
El dato más alarmante es que Venecia es visitada cada año por 28 millones de turistas, el doble de los que está en condiciones de recibir
Cada día son menos los residentes y más los visitantes. En 1961, la «Serenísima» era habitada por 137.150 personas; a comienzos de este año, solo quedaban 54.705.
Los residentes protestan contra lo que consideran una «invasión» de turistas, cuyo comportamiento a menudo es poco respetuoso: algunos se bañan en el Canal Grande, los más temerarios se lanzan al agua desde los puentes, ensucian e incluso se atreven a hacer sus necesidades al aire libre, lo que indigna a los venecianos. En mayo, un individuo de 40 años fue multado con 3.200 euros por orinar en los jardines en Piazzale Roma, con el agravante de que los baños públicos se encontraban a 50 metros.
Hartos por lo que consideran un desprecio e indiferencia hacia su ciudad, el día 2 de julio se manifestaron 2.500 vecinos del centro histórico, lanzando un grito desesperado al Ayuntamiento y a la Unesco para evitar que Venecia se convierta en una ciudad inhabitable para los residentes.
Entre otras cosas, se lamentaban por los insostenibles precios en las casas y servicios, o la sustitución del comercio tradicional por tiendas de baratijas para turistas, sin olvidar el tránsito de los grandes cruceros por la Laguna. De un total de 2.968 tiendas, solo 437 son de uso corriente para los residentes.
No será fácil regular el flujo de turistas en la plaza de San Marcos, pues se deberían controlar diez entradas. La zona podría ser cerrada, salvo que se haga reserva, en los fines de semana, en fiestas y en julio y agosto.
Se plantea también la posibilidad de limitar las entradas diarias, entre las 10 de la mañana y las 6 de la tarde. Mientras llegan estas grandes novedades en los próximos meses, el debate está planteado.