El Monte Calvario, junto al Vía Crucis atrae a fieles y devotos en Semana Santa, convirtiendo a la ciudad de Tandil en uno de los lugares protagonistas a la hora de hablar de turismo religioso. De hecho, es el tercero en importancia a nivel mundial.
Semana Santa en Tandil
Miles de turistas de todas las edades lo visitan cada año. Para aquellos que aún no lo conocen, es posible recordarles que la réplica del Cristo en la Cruz, es copia fiel del que se encuentra ubicado en la localidad francesa de Bretaña.
Se inauguró el 10 de enero del año 1943 y fue construido gracias a la participación desinteresada de importantes personalidades del ambiente artístico de la ciudad, siendo su inspiración primordial el tradicional evangelio.
A medida que se lo recorre es posible observar que son catorce los grupos de piezas escultóricas que van ilustrando las distintas estaciones del Vía Crucis que termina finalmente con Cristo en la Cruz.
El Calvario, llamado así por su extraordinario parecido con “el Gólgota de Judea”, es uno de los paseos más pintorescos que puedan realizarse en cualquier época del año. Otoño, invierno, primavera y verano se encargan de pintar sus propios colores y crean diferentes contextos alrededor de las sierras, aunque el espectáculo siempre sea el mismo.
Existen dos formas de acceder hasta la cima del monte. La principal es a través de una gran escalinata de piedra que facilita la subida inicial y nos conduce directo hacia la enorme cruz de mármol francés donde se encuentra el Cristo.
Junto a éste se encuentra una réplica del Santo Sepulcro y un kubba, que imita las antiguas construcciones del desierto palestino.
La otra manera es a través del Vía Crucis, que se encuentra a la izquierda de la escalinata principal y a metros de la Capilla Santa Gemma, una edificación pequeña pero de singular belleza donde se brindan regularmente conciertos corales que logran escucharse por cada rincón del bosque, y que guarda en su interior una réplica de la Virgen de Lourdes.
Pero más allá de su atractivo religioso, el Monte Calvario ofrece una sensación especial, ya que encierra en su interior toda una simbología única que no se encuentra en la naturaleza y que armónicamente ha sido incorporada por la mano del hombre.
El lugar resulta un verdadero atractivo turístico por encontrarse dentro de un hermoso bosque de eucaliptos, pinos y olivos que permiten recorrerlo oliendo las fragancias y aromas tan particulares de estos árboles y escuchando el canto de los pájaros que se han convertido desde hace tiempo en los peregrinos estables del lugar.