Desde tiempos inmemoriales, el mundo ruega y habla de paz sin conseguir que tanta locura se detenga. Se habla de paz mientras se hace la guerra, e incluso se hace la guerra en nombre de la paz.
“¡No se olviden de Alepo, no se olviden de Siria. A menos que nosotros estemos todos seguros, ustedes tampoco sentirán seguridad”, exclamó el hombre tras disparar varias veces. Y concluyó antes de ser él mismo abatido:
“Solo la muerte me llevará de aquí”
La ciudad, que un día fue el mayor núcleo comercial de Siria, ahora sólo son ruinas. Sus antiguos zocos y la famosa Mezquita de los Omeyas han sido destruidos y su minarete del siglo XI, derribado.
Las imágenes de Alepo en 2011, antes de que comenzara el conflicto, muestran una ciudad vibrante, plagada de comercios, sin rastro de destrucción.
Las fotografías más recientes develan la brutal realidad de la guerra civil, el "dolor" en la ciudad, en la gente y en su historia.
La Gran Mezquita Omeya
La Mezquita Omeya de Alepo es una estructura medieval emblemática en el corazón del casco histórico de la ciudad.
Famosa por su minarete de 900 años de antigüedad, la Gran Mezquita ha soportado terremotos, incendios, caprichos de dictadores y reconstrucciones.
A diferencia de la mezquita de Damasco, el edificio de Alepo ha sufrido graves daños por los bombardeos y algunos expertos temen que sean irreversibles.
El Zoco
Las zonas más históricas del zoco de Alepo llevan vendiendo productos desde 1450. Ahora los zocos están oscuros, fríos y vacíos, ya que los mercaderes se fueron de allí hace tiempo.
Ciudadela: el casco histórico de Alepo se preservó por su estatus de 30 años como sitio del Patrimonio Mundial. En la cima de una colina, es una fortaleza medieval que domina el horizonte y se describe como "el rasgo más distintivo".
Los escombros y desechos atestan las antes bulliciosas calles y los edificios aparecen destruidos casi por completo.
Más de 100.000 civiles permanecen en Alepo, según recientes estimaciones.
Dijo Bertrand Russell:
"Descubrir un sistema para evitar la guerra es una necesidad vital para nuestra civilización; pero ningún sistema tiene posibilidades de funcionar mientras los hombres sean tan desdichados que el exterminio mutuo les parezca menos terrible que afrontar continuamente la luz del día"