La ciudad de los canales infinitos, las góndolas, las iglesias, las construcciones antiguas y los paseos románticos nos deslumbra con su belleza y su elegancia.
Este laberinto de canales donde se suceden sin tregua palazzos, iglesias y plazas es de una monumentalidad tal que sobrecoge.
No hay nada comparable a la Serenissima, ciudad estado que los mercaderes de los días de la República, engalanaron hasta lo inimaginable haciendo alarde de poderío.
Es sin duda un sueño del que no se quiere despertar.
Cada rincón ha sido pintado y decorado como si fuera una obra de arte
La línea 1 de vaporetto, que atraviesa lentamente en zigzag todo el Gran Canal, es la mejor opción para empezar el recorrido cuando llegues a Venecia.
A cada lado, el exceso casi teatral de los palazzos góticos, renacentistas o barrocos que se levantan sobre el más ancho y monumental de los canales venecianos, genera exclamaciones y miradas maravilladas.
El vaporetto pasa por el Puente de Rialto y la vista es atraída por los coloridos puestos del mercado que cada mañana, salvo los domingos, se instala en sus inmediaciones.
Y de pronto te encontrarás en la Piazza San Marco, y visitarás el Campanile y la icónica basílica de San Marco (por sólo 2 € se puede reservar la hora en venetoinside.com y evitar las colas).
Y cómo no ingresar a alguno de sus cafés históricos, el Quadri o el Florian antes de enfrentarse con las aristocráticas salas del Palazzo Ducale, sede de los dux o doges que gobernaron Venecia en los tiempos de la República.
Y vieja prisión dei Piombi, unida al Palacio a través del archiconocido Puente de los Suspiros. También conviene haber adquirido online la entrada para ahorrarse un tiempo precioso haciendo fila.
Subamos a las famosas góndolas y demos un romántico paseo por la ciudad del amor.