Si estás recorriendo la Costa Azul francesa, preparate para vivir una experiencia inolvidable al llegar al Principado de Mónaco: casino, autos de lujo, enormes yates… Mónaco es uno de los destinos más elitistas de Europa, pero también uno de los lugares más atractivos para visitar.
Un Estado donde la fastuosidad y los excesos están permitidos, un paraíso fiscal en el que nadie juzga a los magnates por ostentar sus grandes fortunas.
Mónaco, capital del hedonismo, es el segundo país más pequeño del mundo después de El Vaticano. El dinero puede comprarlo todo en este glamuroso estado, que no mide de ancho más de 5 kilómetros.
Su privilegiada situación a orillas del Mediterráneo lo convirtió en un lugar siempre codiciado. Durante siglos Mónaco ha vivido numerosas vicisitudes pivotando entre la independencia y su pertenencia a otros estados.
Hoy en día, Mónaco es un país independiente con una estrecha relación con Francia. A pesar de no formar parte de la Unión Europea, ha aceptado el Euro como su moneda oficial.
El especial régimen fiscal del Principado ha atraído numerosas fortunas a su territorio, que son las que configuran el ambiente propio de la ciudad. Los monegascos no pagan impuestos, lo que favorece que tengan el ingreso per cápita más alto del mundo.
Una de las mejores maneras de llegar a esta ciudad es en auto a través de la Moyenne Corniche, una de las carreteras costeras más espectaculares del mundo. Una vez en Mónaco, que solo cuenta con 1.95 km2, es el momento de empezar a disfrutar de un ambiente sin igual.
El Principado está situado en una península de bordes escarpados que se adentra en el mar unos 800 metros. En ella se agrupan las construcciones residenciales y públicas. Mónaco se caracteriza por sus edificios, villas y palacios privados, verdadera seña de identidad arquitectónica del Principado. No dejes de pasear por sus calles admirando estos emblemas del lujo monegasco.
Pero Mónaco también cuenta con interesantes centros culturales como el Museo Oceanográfico que posee uno de los mejores acuarios de Europa, además de un importante centro de investigación. Está edificado sobre un acantilado que domina el Mediterráneo.
La zona más célebre de Mónaco, es Montecarlo, situada en la zona más alta. Recibe el nombre de Carlos III que inauguró su famoso casino para evitar la quiebra del estado monegasco. El éxito de este casino permitió décadas después abolir los impuestos.
Por supuesto, la visita a este templo de juego es una de las más recomendables. El edificio está diseñado por el importante arquitecto Garnier, diseñador del la Ópera de París.
Pero si no querés jugarte los ahorros en el casino, date una vuelta por Montecarlo, parate en una terraza de un café, acercate a los muelles de La Condamine y admirá varios de los yates más espectaculares y lujosos del mundo.
Montecarlo encarna la vanidad. El lujo desmedido. El derroche sin remordimiento.
Ni hablar de la Formula 1 o el tenis. Todo brilla en este lugar.
Equivale, en pocas palabras, a la Disneylandia del glamour.
Mónaco es un destino muy especial. Un día en la Costa Azul monegasca te hará pasar muy buenos momentos.