En las calles británicas se percibe gran ambivalencia por el Brexit, para algunos es “devastador” y para otros, el planteo es que el Reino Unido “pudo ser fuerte durante siglos estando separado, y ahora lo volverá a ser”.
El tema es si la unión de Inglaterra, Escocia e Irlanda, también sufrirá su propio quiebre.
En Escocia e Irlanda del Norte se votó mayoritariamente por permanecer en la Unión Europea. Este resultado podría disparar los deseos de Escocia de relanzar su proceso independentista y el mismo impulso resurgir en Irlanda del Norte.
Manuel Valls, primer ministro francés, advirtió hace meses que "el Brexit provocará una conmoción con consecuencias difíciles de imaginar”. Mientras tanto se estima que
el proceso llevará al menos dos años
Regulaciones, leyes, aranceles, tránsito de bienes y personas y otras reglamentaciones, serán lo más complejo a resolver a nivel económico y financiero.
Europa teme un empoderamiento de las fuerzas ultranacionalistas y de derecha
En Francia, Marine Le Pen tuiteó: “Ha vencido la libertad”. Y lanzó su propio “Frexit”: "Ahora hay que convocar un referéndum en Francia y en el resto de partidos de la UE”.
Similar camino se visualiza en Holanda y Austria. La mayoría de los líderes critican la falta de autonomía por la delegación de soberanía a la Unión Europea, mirando con recelo al liderazgo de Alemania.
Uno de los pilares de su crítica es la inmigración, percibiéndose un velo xenófobo.
La realidad es que el impacto podría ser grave. Casi la mitad de las exportaciones del Reino Unido, según cifras de 2014, tuvieron como destino el continente europeo.
El 94% de los británicos residentes fuera del Reino Unido, votaron a favor de mantenerse dentro de la UE, pero el resultado es inapelable y no hay posibilidad de dar marcha atrás. La Unión Europea reclamó a Londres "que inicie cuanto antes el proceso de salida".
Se percibe que con este resultado, perdió Inglaterra, perdió el Reino Unido, perdió Europa y pierde el Mundo.