Es difícil que a cualquier habitué de Cariló se lo pueda sorprender: con una oferta hotelera y gastronómica de nivel internacional, sólo hay que dejar que el copioso bosque de coníferas y las amplias playas expresen su pacífica lujuria ante nuestros sentidos. Pero aún para ellos hay algo por descubrir en el Ville Saint Germain, un apart hotel con spa, amenities y un parque soñado que sólo el médano separa del mar.
Y si nunca fuiste a esta exclusiva villa marítima, o hace mucho que no la visitas, es momento de que tomes el calendario y elijas una fecha para hacerlo. Allí se pueden pasar días, semanas y hasta meses dejando que tu mente se limpie de rutinas y obligaciones, o también seguir con ellas teletrabajando desde un lugar sólo comparable con los bosques patagónicos que acogen a Bariloche o Villa La Angostura.
Dos, tres o cuatro días inmerso en los múltiples encantos del hotel Ville Saint Germain serán suficientes para bajar las pulsaciones, llenar los pulmones de aire puro y la nariz de ese aroma único que expelen los pinos, aromas y acacias al atardecer, cuando la piel te avisa que es hora de cubrirla con un suéter liviano.
Es que, como susurran sus dueños y confirman cada una de las personas que con la mayor amabilidad y calidez custodian una estadía perfecta, Ville Saint Germain es un hotel. Pero es más que un hotel. Es un hogarcito perfecto lejos de casa, donde el mimo cotidiano y sencillo se combina con la exclusividad de un servicio de primer nivel mundial.
Un hotel con alma: el arte de elevar la experiencia a un nuevo nivel
Quienes han tenido la suerte de visitar el destino lo conocen bien. Cariló, fundada en 1970, es una gema casi escondida entre Valeria del Mar y Villa Gesell, donde el asfalto no existe y el único cemento visible en las casas suele estar revestido en madera, piedra o tejados de pizarra.
Con un centro comercial salido de un cuento de hadas, uno puede pasarse horas recorriendo esos estrechos pasadizos que serpentean entre los pinos, sorprendiendo al visitante con locales donde toda la diversidad se reúne bajo una misma propuesta: belleza.
Es fácil de resumir: Cariló es un lugar para llenarse los ojos de cosas lindas. Y no es porque sea la sede de las cadenas comerciales top en lo que es moda, decoración y gastronomía, sino por la energía que habita este rincón delicioso de la Costa Atlántica argentina.
Dar más, dar mejor... Un desafío cotidiano
Cariló es un lugar distinto. El trazado de la villa semeja a un caracol en el que casi no hay calles rectas, y donde las mansiones cinematográficas se mezclan con pintorescas cabañas y hoteles residenciales con poco más de una decena de cuartos o departamentos.
Aunque la oferta turística es variada, Cariló encontró su identidad en los apart hoteles familiares, pequeños departamentos con cocina en la que los huéspedes reciben un desayuno y luego preparan sus propios alimentos. De hecho, los balcones con parrilla son un clásico en su geografía.
Es que la villa tuvo un crecimiento tan veloz que la oferta gastronómica no alcanzaba para satisfacer a tantos visitantes, y los alojamientos solucionaron ese desafío por su cuenta, creando una cultura de vacaciones con sabor a hogar.
Lo mismo, pero distinto: el sello de una hotelería de otra gama
Es ahí donde, sin salir de ese paisaje, el Ville Saint Germain lleva la experiencia hacia otra gama. Otro nivel. Están los departamentos, por supuesto, con cada detalle contemplado: calefacción y aire acondicionado, varios televisores con todas las señales premium, camas y almohadas ergonómicas, cocina equipada a full (desde la mejor cafetera hasta la esponja y el detergente) y una parrilla para asar un cordero entero.
Es poco probable que encuentres algo que falte. Todo está pensado para que quien se aloja se sienta como en su casa. Y aún más: porque saben que tal vez no quieras cocinar o sientas ganas de seguir nutriendo tu bienestar con otros "detalles".
Entonces, sólo debes caminar unos cuantos metros hasta sentarte cómodamente en Ave, el restaurante especializado en comida india que, además, ofrece minutas, pastas y pesca del día -literal-, además del mejor marquise de chocolate con frutos rojos y helado (no te lo pierdas) y una carta de vinos tan surtida como selecta.
Sea cual fuere la mesa a la que elijas sentarte y el plato que pongas sobre ella, disfrutarás más la cena si antes le dedicaste al menos dos horas a mimar tu cuerpo en el mejor spa de Cariló: basta con empezar con una buena sesión en el sauna seco, luego el húmedo y unos largos minutos de reposo sobre reposeras de venecitas tibias que mantienen el calor sobre los músculos de la espalda mientras la cabeza de calma y el relax llega, inexorablemente.
Si estás en familia, un piso más abajo, te espera la pileta climatizada para nadar o recibir distintas clases de hidromasajes relajantes.
Claro que algunos prefieren invertir el orden del programa o ir por más, y regalarse una hora en el sector VIP, que tiene los mismos servicios de spa pero para disfrutarlos en exclusiva. Solo para vos y tu pareja, por ejemplo.
Para que el relax sea absoluto, nada mejor que una sesión de masajes en las salas privadas del spa. Lo ideal es iniciar esa secuencia entre las cinco y las siete de la tarde, según la época del año que visites la Ville Saint Germain. Porque más temprano es obligada una caminata por la playa, que está a unos pasos del hotel, cruzando un médano. Un dato: los huéspedes tienen acceso a reposeras y sombrillas en el exclusivo balneario Hemingway.
Cuando la temperatura permite o invita a bañarse, no hay que resistir la tentación. Se puede empezar por el mar y terminar, al atardecer, en la enorme piscina del hotel al aire libre, rodeada de un frondoso parque y un deck con juegos para niños que también se usa para dar clases de yoga o realizar charlas, encuentros y actividades culturales.
Golf en Cariló: deporte, entretenimiento y Carpe Diem
La cantidad de actividades que se pueden hacer en Cariló son incontables, pero hay un lugar que lo distingue. Cuenta además con uno de los campos de golf mejor cuidados de la Costa Atlántica, previo aún al nacimiento de la villa turística.
Los amantes de ese deporte lo saben y aprovechan, pero la novedad es que es un lugar que recibe con los brazos abiertos a quienes jamás lo hayan practicado. Con profesores de una gran estatura profesional y humana, el Golf Club Cariló les da la bienvenida a grandes y chicos para tomar unas breves clases y tirar los primeros golpes largos, los tees de salida en los que la técnica debe vencer a la fuerza.
Con paciencia budista y humor criollo, Eduardo muestra qué posición debe tomar cada músculo del cuerpo, hacia dónde debe moverse y cómo reiterar el swing hasta incorporarlo, porque "los movimientos no se aprenden, se ejecutan".
El Golf Club Cariló, que también está asociado al Ville Saint Germain, es además un lugar precioso para pasear, con un inigualable recodo del bosque donde se juntan colibríes para regalar postales indescriptibles. Allí se puede disfrutar, también, el servicio de comida y bebidas frescas de Carpe Diem, un restaurante ideal para festejar el partido o esperar a que los jugadores recorran los 18 hoyos.
Luego, en auto o con una breve caminata, de regreso al hotel es un buen momento para detenerse unos minutos en el salón de la planta baja y tomar una copa frente a una chimenea imponente en la que siempre cruje algún madero bajo las llamas.
Mientras, los chicos pueden subir a la sala del primer piso, jugar una partida de pool, metegol o -atención con el dato- saciar el síndrome de abstinencia de la Playstation que seguramente aparecerá alguna vez hasta que Cariló sustituya ese llamado con sus propias seducciones.
Es la experiencia que regala Ville Saint Germain. Un hotel que es más un hotel. Un lugar donde los días se escurrirán así, livianamente, sin que uno logre identificar en qué momento la cabeza terminó de vaciarse de preocupaciones y empezó a generar nuevas ideas, nuevas emociones. Un lugar donde, simplemente, apagar la tensión y dejar, casi sin querer, que el cuerpo vuelva a tomar el control del tiempo.
Más información: Ville Saint Germain
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