Al pasear por el barrio de San Telmo es inevitable no quedar cautivado por sus paseos, que te transportan a los orígenes de Buenos Aires, por sus tiendas de antigüedades, por sus casas centenarias y por la música que palpita el espíritu del tango.
El Zanjón de Granados es una parte importante del encanto de esta zona
Se trata de un complejo sobre las calles Defensa, Chile y el pasaje San Lorenzo, que cuenta con tres espacios: la casona Los Patios, el establecimiento conocido como El Puente, con sus misteriosos túneles, y la Casa Mínima, reconocida como la residencia más angosta de Buenos Aires.
Los Patios
Esta casona de 1830 tiene una historia tan rica como su arquitectura atemporal. Por un tiempo el establecimiento fue propiedad de una familia española de comerciantes adinerados, de importante estatus en la sociedad porteña.
Debajo de la residencia corría uno de los tres arroyos, conocidos como los Terceros, que llevaban las aguas de lluvias de los altos de la ciudad hacia el Río de la Plata. Se trataba del Tercero del Sur que, por 1580, marcaba el límite sur de la ciudad fundada por Juan de Garay. El predio era conocido como el Zanjón de Granados, en parte por el río y también por las hermanas Granados que, en su momento, vivían en una finca donde pasaba el arroyo.
Con la llegada de la fiebre amarilla, el lugar se sometió a obras de infraestructura y saneamiento. Pasó a ser un conventillo y así se mantuvo por más de un siglo. Tras el abandono del lugar, en 1985 el empresario Jorge Eckstein compró la residencia, con planes de convertir esa casa de estilo italiano en un restaurante. Es durante la restauración que descubren, por accidente, los famosos túneles que encauzaron el Zanjón de Granados.
El Puente
Bajo tierra descansa una red de túneles, ya secos. En su momento esta construcción servía para crear un arroyo cuando llovía y contar con zanjones en los tiempos de sequía. Este hallazgo arquitectónico permitió conocer más sobre la historia de la ciudad gracias a los restos desenterrados; entre ellos aljibes, utensilios, muros, recipientes, pozos ciegos, cuadros, entre otros.
Muchas curiosidades salieron a la luz. Una de ellas es la cisterna, propiedad de la familia adinerada una vez dueña de la vivienda. Con ella almacenaban agua limpia, mediante un sistema de canaletas. También quedaron expuestas las costumbres de esa época gracias a la basura acumulada en la parte por donde pasaba el Zanjón. Todos estos descubrimientos llevaron al nacimiento del museo.
Casa Mínima
Angosta y prolija, esta vivienda puede pasar desapercibida ante los ojos que no la buscan. Vale la pena visitar esta casa de principios del siglo XlX. Cuenta con tan solo 2,30 m de ancho, ubicada en un predio de lo que una vez fue una gran mansión. Debido a las epidemias de ese entonces, eventualmente esta parte de la casa quedó separada.
El paso del tiempo le otorgó varios papeles al lugar. Funcionó como una pollería y una tanguería (la de Don Emilio). Los mitos a su alrededor le agregaron cierto misterio urbano. Se decía que uno de los residentes fue un esclavo ya independizado del General Urquiza.
En la década de los 90 la vivienda se sumó al complejo que hoy funciona como museo. Algo a destacar es que el lugar conserva los materiales originales de principios del siglo XVIII, con sus paredes de barro cocido, su revoque viejo y marcos de puertas y ventanas de ese entonces.
Una visita al pasado
El complejo ofrece visitas guiadas. Para organizar un paseo inolvidable, se recomienda revisar el protocolo del lugar y atender a los horarios y tarifas disponibles. Ante consultas, visitá el sitio web oficial del Zanjón.