Con poco más de 3,2 millones de habitantes, Uruguay no dispone de petróleo ni de gas y pero a pesar de ello, o justamente por ello, ha puesto en marcha una verdadera revolución energética.
Este país continúa la línea ya iniciada por gobiernos anteriores en la búsqueda de conseguir una vida mejor para el conjunto de sus ciudadanos y para el planeta ya que no se detiene en el camino para conseguir que el cien por ciento de su electricidad provenga de energías renovables.
El director Nacional de Energía, el físico Ramón Méndez Galain dijo en la Cumbre de Cambio Climático en Lima.: “Uruguay no tiene ni petróleo, ni gas, prácticamente ha usado todo su potencial hidroeléctrico y está creciendo a un 6% su economía. Al mismo tiempo quiere reducir su pobreza”.
En 2012 Uruguay trepó a la cima y ocupó el primer lugar de países con más alto porcentaje de PIB invertido en energía renovable.
En 2014, ha sido el país de América Latina con la mayor tasa de crecimiento de las inversiones en energías limpias.
“La introducción de renovables aumenta nuestra soberanía energética. Es un tema de supervivencia de la economía. Todo esto permitió garantizar el suministro, cosa que históricamente en Uruguay no era trivial. A tal punto que el verano pasado exportamos a Argentina el equivalente al 50% de nuestro consumo”, dijo Méndez.
El sistema está basado en la asociación del sector público y empresas privadas, la Dirección Nacional de Energía abre subastas y concursos, elige la tecnología más madura y rentable para el país. Uno de los mayores éxitos se ha registrado en la instalación de eólicas.
“el viento es más estable que la lluvia, se repite todos los años, es un negocio financiero”, afirma Méndez.
Según expreso el mismo director Nacional de Energía, no hay mucho misterio en la receta para alcanzar esa meta. Simplemente un poco de sentido común y concordancia entre los distintos espacios de poder del país. Los cuatro principales partidos políticos se pusieron de acuerdo y se comprometieron con una política a largo plazo. La Política Energética de Uruguay va hasta 2030 y gane quien gane las elecciones debe mantener el rumbo pactado.